Duelo y Espiritualidad
Existen múltiples definiciones de espiritualidad.
Para hablar de ella, debemos hablar de “espíritu” que es la energía básica del ser. El ebreo Ruha es el “aliento” como fuerza de vida que se manifiesta en nuestro amor, pasiones o aquello que motiva y conecta con el mundo y con nosotros mismos.
Para hablar de ella, debemos hablar de “espíritu” que es la energía básica del ser. El ebreo Ruha es el “aliento” como fuerza de vida que se manifiesta en nuestro amor, pasiones o aquello que motiva y conecta con el mundo y con nosotros mismos.
De acuerdo a esta definicion a otras relacionadas, la espiritualidad se define como la conexión con el yo interior que determina lo que es realmente esencial en la vida, aquellas fuerzas que impulsan y mueven la vida misma, el origen de la voluntad; es la raíz fundamental que alimenta y dirige las emociones, sueños y acciones.
Cuando se vive una experiencia de pérdida puede surgir una inquietante busqueda espiritual para intentar entender lo sucedido y darle significancia. Algunas personas tienen bases espirituales sólidas y definidas que facilitan su comprensión, otras viven un renacer de aquel sentido de vida.
Hablar de espiritualidad no necesariamente es hablar de religión, pero hablar de religión si tiene un nexo definitivo con la espiritualidad, es el fundamento de las mismas. Dependiendo las creencias, el doliente se hace una idea de lo que implica el proceso de muerte tanto para el fallecido como para sus seres cercanos.
Es así, como aportan en ciertos casos serenidad al confiar por ejemplo, en un reencuentro futuro, en un estado de bienestar donde no hay dolor físico ni emocional, donde sólo se vive en amor divino y felicidad desde la conciencia del alma. Creer que el fallecido está en un mejor estado brinda cierta placidez y sosiego a pesar del vacío que deja su ausencia.
Otras personas creen que están en un sueño profundo del que despertarán para el momento del juicio futuro. Otras en cambio creen que a su alma reencarnó en alguien más y hasta dicen saber en que país se encuentra y en que cuerpo, lo que les genera sosiego al saber que continúa su existencia aunque no cerca.
En fin, hay tantas creencias como gente en el mundo. Lo importante es realizar esa conexión con ese yo interior que hace parte de la esencia del ser, es necesario escucharlo, conocerlo y para así saber como dirigir la vida y las experiencias que hacen parte de ella con satisfacción.
Cuando se vive una experiencia de pérdida puede surgir una inquietante busqueda espiritual para intentar entender lo sucedido y darle significancia. Algunas personas tienen bases espirituales sólidas y definidas que facilitan su comprensión, otras viven un renacer de aquel sentido de vida.
Hablar de espiritualidad no necesariamente es hablar de religión, pero hablar de religión si tiene un nexo definitivo con la espiritualidad, es el fundamento de las mismas. Dependiendo las creencias, el doliente se hace una idea de lo que implica el proceso de muerte tanto para el fallecido como para sus seres cercanos.
Es así, como aportan en ciertos casos serenidad al confiar por ejemplo, en un reencuentro futuro, en un estado de bienestar donde no hay dolor físico ni emocional, donde sólo se vive en amor divino y felicidad desde la conciencia del alma. Creer que el fallecido está en un mejor estado brinda cierta placidez y sosiego a pesar del vacío que deja su ausencia.
Otras personas creen que están en un sueño profundo del que despertarán para el momento del juicio futuro. Otras en cambio creen que a su alma reencarnó en alguien más y hasta dicen saber en que país se encuentra y en que cuerpo, lo que les genera sosiego al saber que continúa su existencia aunque no cerca.
En fin, hay tantas creencias como gente en el mundo. Lo importante es realizar esa conexión con ese yo interior que hace parte de la esencia del ser, es necesario escucharlo, conocerlo y para así saber como dirigir la vida y las experiencias que hacen parte de ella con satisfacción.